U na gran cantidad de políticos, economistas y formadores de opinión defienden el gradualismo como la única opción disponible para el próximo gobierno. Qué hay detrás de esa defensa? Es la recomendación de política correcta para un diagnóstico correcto? O estamos frente a un diagnóstico errado? Quienes favorecen el gradualismo, perciben correctamente las restricciones políticas y la magnitud de los problemas macroeconómicos que deberá resolver el próximo gobierno? O, incluso desde una óptica más política que económica, un shock resulta más recomendable?
Quienes expresan su preferencia por el gradualismo acusan de ingenuidad o de falta de realismo político a quienes se inclinan por un programa de shock. No estamos de acuerdo.
El populismo kirchnerista nos pone frente al desafío de tener que elegir entre alternativas que no son seguras ni gratas a la hora de corregir sus desaguisados. Nos inclinamos por la creemos que más chance tiene de lograr que la Argentina vuelva a crecer. Las consecuencias de trece años de malas políticas económicas no se podrán revertir con medias tintas. Y tampoco se podrán revertir sin correr riesgos y sin incurrir en algunos costos. Pero lo peor sería paralizarse por el temor a tener que enfrentarlos. Más temprano que tarde, los problemas que no se aborden proactivamente se corregirán por fuerza de los acontecimientos. Una corrección proactiva es preferible a una corrección reactiva, y el gradualismo es una invitación a que suceda esto último.
El gradualismo sería viable, como lo fue en el pasado, si los desequilibrios ya se hubiesen corregido. Pero no es recomendable como estrategia para corregir los desequilibrios macro y los problemas de precios relativos que hoy enfrenta la Argentina. Un programa de shock en cambio sí podría funcionar, aun siendo realistas en cuanto a los costos políticos que se deben enfrentar. Se puede salir de esta coyuntura crítica encarando todos los problemas desde el arranque mismo de la próxima gestión presidencial. Ello permitiría corregir rápidamente los motivos que han llevado a que la economía argentina se encuentre en niveles productivos similares a los de 2011 y con la industria en niveles de 2009. Como sostuvimos arriba, sin una corrección rápida y sustentable de los precios relativos resultará difícil que la economía vuelva a crecer. Y un cambio de los precios relativos será percibido como sustentable sólo si la inflación cae de manera efectiva y rápida, de la mano de una política de reducción del déficit fiscal y, sobre todo, de una reducción consistente del financiamiento inflacionario de ese déficit.