Por último tenemos las dudas sobre la capacidad de repago de la deuda pública en 2020. La pregunta crucial no es si la oposición tiene voluntad de pagarla. El interrogante fundamental pasa por la capacidad de pagarla, esto es si el próximo gobierno (cualquiera sea) logrará cubrir las necesidades de financiamiento que enfrenta en 2020para hacer frente a los vencimientos de intereses y capital de la deuda soberana.

Según el programa financiero oficial, las necesidades de financiamiento de 2019 están cubiertas sin que se deba recurrir a los mercados de deuda, salvo para intentar renovar lo que vence de aquí a fin de año del stock de Letras de corto plazo del Tesoro (unos US$9.000 millones de LETES y unos $220.000 millones de LECAP y LECER). Por el momento, la renovación de esta deuda ha venido a buen ritmo, aunque no ha sido homogéneo a lo largo del año. Incluso la licitación de la semana pasada mostró un nivel de demanda superior al de los vencimientos, aun cuando se colocaron títulos que vencerán el año próximo con una nueva administración en el poder.

Sin embargo, no puede pasarse por alto lo extremadamente costoso que resulta renovarla. Basta comparar el 7.4% anual que aceptó pagar el Tesoro por las LETES que vencerán en febrero, con el 2.7% que paga un instrumento similar del Tesoro brasileño, el 2.07% que paga el Tesoro americano, el 0.76% que paga el Reino Unido y ni que hablar con la tasa de interés negativa de los bonos alemanes a un año. De todas maneras, frente a una curva de rendimientos totalmente invertida (los bonos argentinos más cortos pagan más que los bonos más largos), el 7.4% se compara bastante bien teniendo en cuenta que el primer bono en dólares que vence bajo el mandato del próximo presidente hoy devenga la friolera de un 17% anual en dólares!

Pero el programa financiero del Tesoro para 2020 es una historia muy distinta al de este año ya que, aún sin considerar los vencimientos de LETES, LECAP y LECER, dista mucho de estar cerrado. En efecto, el año que viene habrá que enfrentar vencimientos de intereses por US$15.000 millones y amortizaciones de capital por US$17.000 millones. Parte de estas necesidades podrían cubrirse con el superávit primario previsto originalmente por el Tesoro (unos US$5.000 millones), pero hoy alcanzar ese superávit no luce factible sobre todo si se tiene en cuenta que difícilmente se alcance la meta de déficit cero para este año. Siendo optimistas, el superávit primario podría reducir las necesidades de financiamiento en unosUS$1.000 millones el año próximo; a eso habría que sumarle, del lado de las fuentes de financiamiento, los desembolsos del FMI (US$3.900 millones) y de otros organismos internacionales (US$3.000 millones) y la posibilidad de renovar la repo que vence con bancos privados (US$2.200 millones). Por lo tanto, frente a necesidades financieras de US$32.000 millones, se contaría con unos US$10.000 millones que podrían tomarse como casi seguros, por lo que habría que recurrir al mercado por alrededor de US$22.000 millones.