Sostiene Luis Secco, Director de Perspectiv@s Económicas. Afirma que “hay que avanzar de manera integral en la estabilización macro y el aumento de la competitividad de la economía privada”, mientras que advierte que muchas de las medidas adoptadas durante la pandemia, lejos de facilitar la recuperación, la obstaculizarán.
Entrevistamos a Luis Secco, Economista y Director de Perspectiv@s Económicas. Aquí, su análisis sobre la coyuntura local actual y lo que vendrá en materia económica, cuando pase la pandemia. “Sin una recuperación ostensible de la inversión, es prácticamente imposible que la Argentina pueda crecer de manera sustentable y al mismo tiempo, que se genere empleo privado formal y bien remunerado”, advierte.
Ya alcanzado el acuerdo por la deuda ¿cuál es el próximo gran desafío del gobierno en materia económica?
La gran asignatura pendiente del gobierno de Alberto Fernández es generar un shock de confianza y, a partir de él, una reversión de las expectativas que aliente la inversión y la generación de empleo privado. El desafío no es nuevo. Es el mismo que enfrentaba cuando asumió pero que, por diversas razones, no abordó. Recordemos que durante el primer trimestre de este 2020, sin pandemia de por medio, el PBI se desplomó un -5.8% respecto del último trimestre de 2019. Y que la inversión cayó un -10% en ese período, llegando a uno de los niveles más bajos de los últimos 20 años. Sin una recuperación ostensible de la inversión, es prácticamente imposible que la Argentina pueda crecer de manera sustentable y al mismo tiempo, que se genere empleo privado formal y bien remunerado.
¿Qué medidas considera indispensables para la reactivación de la economía, una vez que se levante la cuarentena?
Hay que avanzar de manera integral en la estabilización macro y el aumento de la competitividad de la economía privada. Muchas de las medidas adoptadas durante la Pandemia lejos de facilitar la recuperación, la obstaculizarán. Argentina ya era una economía sobre regulada y poco competitiva y con un desequilibrio fiscal difícil de financiar sin recurrir al financiamiento inflacionario del BCRA. Ahora esos desequilibrios e inconsistencias se han incrementado.
Cierta reactivación o rebote se va a producir. De hecho ya lo estamos viendo en varios sectores. Pero es algo obvio después de que muchos de esos sectores mostraron actividad cero (producto de la cuarentena) durante abril y buena parte de mayo. La pregunta es: ¿y después? ¿Podrá Argentina crecer? Lamentablemente lo veo difícil si no se produce un giro sustancial tanto en el rumbo como en los instrumentos de política económica.
Aplicar la receta de más Estado frente a cualquier desafío es un ticket seguro a más inestabilidad y frustración macro. Además, resulta preocupante que el Gobierno crea que no hay nada de malo en seguir una estrategia de “vamos viendo”; o sea, ir viendo cuál es el problema más urgente e intentar solucionarlo (independientemente del resto de los problemas). La ausencia de un enfoque integral que aborde todos los desequilibrios e inconsistencias que generan inestabilidad nominal y un clima poco favorable para los negocios privados afecta negativamente la confianza y las expectativas. La volatilidad normativa, los cambios recurrentes en materia regulatoria, cambiaria y tributaria, se suman a la inestabilidad macro y tornan prácticamente imposible el cálculo económico y la planificación financiera.
Otro gran driver que miran los inversores son las negociaciones que se vienen con el FMI. ¿Qué espera al respecto? ¿Piensa que las exigencias del organismo serán un dolor de cabeza para el gobierno?
El Gobierno, a través de sus máximas autoridades, habló de que las negociaciones con el FMI apuntan a cerrar un nuevo acuerdo recién para fines del primer trimestre del año que viene. Tanto de un lado, como del otro, se ha mencionado también que quién definirá los contenidos del programa serán las autoridades argentinas, algo que el FMI reitera a menudo cuando se encaran negociaciones pero que esta vez no espero se aleje demasiado de la realidad.
La expectativa radica en que para ese entonces podríamos conocer con algún detalle, cuáles son los objetivos del Gobierno en materia macro, cuáles los instrumentos que prevé aplicar y cuáles las iniciativas de carácter estructural que estaría dispuesto a abordar. Alguna pista podríamos tener dentro de algunas semanas cuando envié el proyecto de presupuesto para 2021. Pero vale la pena que recordemos que ni uno ni el otro han servido siempre como guía para las expectativas.
El presupuesto, porque se modifica varias veces en el año mediante disposiciones administrativas del Jefe de Gabinete; y los acuerdos con el FMI, a lo largo de nuestra historia, se han incumplido la mayoría de las veces. Esto último resulta bastante paradoja porque muchas veces se le echa la culpa al Fondo de todos nuestros males, cuando en realidad casi nunca se han cumplido los programas y las metas acordadas con dicho organismo. Así que en verdad no sabemos qué habría sucedido de haber cumplido con lo acordado. Lo que sí sabemos, con el diario del lunes, es que no haberlo hecho no salió muy bien. Ah, y por cierto, no sólo no se cumplieron metas fiscales y monetarias, sino que también se incumplieron otros compromisos de carácter institucional o estructural, que son los que imaginamos que deberán formar parte de un nuevo programa que reemplace al que hoy está caído.
¿Qué hace falta para que el riesgo país regrese, al menos, a su valor previo a las PASO? ¿Qué chances otorga a que esto suceda?
Estamos hablando de una caída de unos 1200 puntos básicos. Realmente lo veo muy poco probable. Al menos en el corto y en el mediano plazo. A largo plazo, es factible siempre que se den las circunstancias sobre las que venimos hablando. Un cambio de rumbo, un programa integral, un Estado menos presente que deje margen para la rentabilidad y el crecimiento del sector privado, una mayor previsibilidad normativa y una clase política comprometida con la estabilidad macroeconómica y la vigencia del estado de derecho.
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