Hablar por celular en Buenos Aires es casi una odisea. Al menos la mitad de las llamadas no encuentran respuesta. Error de llamada o intente más tarde nuevamente se escuchan o se leen en nuestros teléfonos más veces incluso que el tradicional hola! Y no hay día en el que no quedemos hablando solos o escuchando sin poder hablar en el medio de alguna llamada.
Los problemas no son privativos de una sola compañía. Todos los que creímos que cambiando de modelo de teléfono celular o de smartphone o incluso de proveedor se solucionarían nuestros problemas nos equivocamos.
Pero lo que pasa con los celulares es lo mismo que pasa con otros bienes y servicios que requieren de una continua inversión en infraestructura para que la congestión no se transforme en un obstáculo para la calidad del servicio. Lo que pasa con los celulares no es muy distinto de lo que enfrentamos a diario en materia de transporte, caminos o energía. La congestión es sinónimo de falta de inversiones. Es cierto que la demanda por estos bienes creció en los últimos años de manera vertiginosa acompañando el fuerte crecimiento económico que vivimos entre 2003 y 2008, pero ese crecimiento no fue acompañado de las obras necesarias para que la calidad del servicio no se viera afectado. En materia de energía se puede cubrir parte de la falta de inversiones con importaciones, pero no se pueden importar caminos, puertos o medios de transporte. Tampoco se pueden importar antenas.
Un informe reciente realizado por OpenSignal muestra que Buenos Aires tiene una de las peores relaciones entre cantidad de aparatos celulares y antenas: nada menos que 4092 aparatos por antena. Tal como lo muestra el gráfico, dicha relación es el doble de la San Pablo, casi 5 veces superior a la de Santiago de Chile y 12 veces más grande que la de Londres!
Algunos toman los datos de celulares por habitante para mostrar lo bien y avanzados que estamos, pero cantidad no siempre es sinónimo de calidad.