Muchos añoran un revaival de la recuperación económica del 2003-05 pero las cosas no son como entonces. Son mucho peores.
Por Luis Secco
El presidente Alberto Fernández (A.F.), ha mencionado la posibilidad de recrear la performance macroeconómica de cuando fue jefe de Gabinete de Néstor Kirchner (N.K.) entre 2003 y 2007. Abordaremos este tema concentrándonos en tres aspectos claves para la formulación de la política económica: el gasto público, la demanda de dinero y los precios de nuestros productos de exportación.
La demanda de dinero
El gasto público
Como dijimos en el punto anterior, una de las pocas cosas que sabemos, inevitable, es que el BCRA deberá financiar al Tesoro al menos para cubrir el desequilibrio fiscal. “Al menos” porque está claro que, para el gobierno entrante, y para buena parte de la clase política argentina, patear todos los vencimientos de deuda para más adelante luce muy tentador. No solo porque reduce la magnitud de la emisión fiscal (y los riesgos de un fogonazo inflacionario), sino además porque aumenta los márgenes para poder aumentar el déficit fiscal (aumentar el gasto, porque de bajar impuestos nadie habla, más bien todo lo contrario).
En los años de A.F. en la Jefatura de Gabinete de N.K., el gasto público creció a una tasa promedio del orden de 25% anual para terminar creciendo hacia el final de la gestión de N.K. ¡a una tasa superior al 40% anual! Una tasa que no volvió a repetirse durante toda la gestión C.F.K. (rozó esos niveles a fines de 2014 pero en los meses siguientes se desaceleró) y, que si se ajusta por inflación, es la tasa más alta de expansión del gasto real de nuestra historia! Esos eran los tiempos de “billetera mata galán” y dan por tierra con esa repetida idea que en materia fiscal una cosa fue el gobierno de N.K. y otra el de C.F.K. El despilfarro fiscal arrancó con N.K. y A.F. como jefe de Gabinete. Si el presidente electo pretende volver a aquellos años y poner dinero en el bolsillo de la gente usando al gasto como instrumento para lograr tal objetivo, la diferencia fundamental es que ahora partimos de un nivel de gasto público que es el doble en términos del PBI (en torno al 35%) de lo que era cuando A.F. era jefe de Gabinete y ya no es tan fácil financiarlo. No hay margen para subir los impuestos, no hay por ahora (y por varios trimestres más) posibilidad de colocar deuda, y si se recurre a la emisión los riesgos de una hiperinflación pueden dejar de ser solo el llamado de atención de algunos economistas para transformarse en una desagradable realidad.
La dinámica de los precios de exportación
Un argumento que se escucha a menudo es que volver a repetir lo que pasó entre 2003-2007 no es más que una utopía, no ya porque no habría una remonetización como la que hubo en el arranque de esos años o porque no hay margen para aumentar el gasto público, sino además porque los precios de exportación de aquel período fueron excepcionales e irrepetibles. Si tomamos el precio de la soja vemos que eso no es tan así. La famosa “soja a 600 dólares la tonelada” no se dio durante el gobierno de N.K., sino durante el mandato de Cristina F. de Kirchner (C.F.K.). Esos niveles se dieron entre 2012 y 2014 (con altibajos), para luego caer por debajo de los 400 dólares promedio durante la Administración Macri (M.M.).
Recordemos que en noviembre de 2007, N.K. dispuso un incremento de las retenciones a las exportaciones de soja, ubicando la alícuota en el 35%. La resolución 125, que originó el conflicto con el campo en el primer semestre de 2018 (el gatillo de la retirada de A.F. de la Jefatura de Gabinete de C.F.K.), fue un intento de seguir aumentando dichas retenciones. Nótese que la imposición de esos niveles récord de tributación se dio en un contexto de precios crecientes, y que resultaban entre un 30% y un 50% superiores a los actuales.
Las dinámicas observadas durante el gobierno de N.K. y la gestión de A.F. como jefe de Gabinete no son repetibles. El extraordinario aumento del gasto público de aquellos años se financió con recursos provenientes de las retenciones agrícolas y del balance del BCRA. La remonetización de la economía permitió que ello se hiciera sin que la inflación se acelerase. Pero terminada la fase de remonetización, al continuar la expansión del gasto durante los dos gobiernos de C.F.K., la inflación hizo su aparición en escena. Intentar replicar aquella experiencia hoy, en un contexto de debilidad de la demanda de dinero y sin ninguna fuente de financiamiento de las necesidades fiscales que no sea el BCRA, nos llevaría, más temprano que tarde, a una peligrosa aceleración de la dinámica inflacionaria.
(*) Director de Perspectiv@s Económicas
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