Muchos añoran un revaival de la recuperación económica del 2003-05 pero las cosas no son como entonces. Son mucho peores.

 

Por Luis Secco

 

El presidente Alberto Fernández (A.F.), ha mencionado la posibilidad de recrear la performance macroeconómica de cuando fue jefe de Gabinete de Néstor Kirchner (N.K.) entre 2003 y 2007. Abordaremos este tema concentrándonos en tres aspectos claves para la formulación de la política económica: el gasto público, la demanda de dinero y los precios de nuestros productos de exportación.

 

La demanda de dinero

El primer tema relevante es la monetización de la economía. Sabemos que el cepo (los controles de cambio) es un instrumento que busca generar una demanda de pesos artificial o mayor a lo que se observaría en su ausencia. Sabemos también que los niveles de atesoramiento récord previos a las elecciones de octubre (y del apretón del cepo que tuvo lugar luego de ellas) fueron la respuesta a una demanda de pesos en caída libre. Adicionalmente sabemos que hoy el único candidato disponible a financiar las necesidades de pesos y de dólares del Tesoro Nacional es el BCRA. Al menos hasta que se renegocie/reestructure toda la deuda pública nacional y se vuelva a tener acceso al mercado.
La base monetaria en términos del PBI había llegado al 4.8% en noviembre de 2001, un 50% más alta que el piso de febrero de 1991. A partir de ese mínimo, la demanda de base más que se duplicó en el transcurso de dos años y medio, hasta alcanzar el máximo de los últimos 35 años en julio de 2004 cuando llegó al 10.4% del PBI. Aún con alguna tendencia hacia abajo, logró mantenerse cerca de esos diez puntos por casi 10 años, hasta que comenzó a reducirse. Esa caída de la demanda de pesos no pudo ser detenida totalmente por el cepo impuesto durante el segundo mandato de Cristina Kirchner y continuó durante toda la gestión de Mauricio Macri, para profundizarse notablemente desde mediados de 2018. Hoy la relación Base Monetaria/PBI es de 6.8% y en términos históricos muestra, atención, que todavía podría seguir cayendo.La performance 2002-2004 fue notable y genera añoranzas, pero también puede generar confusión si se piensa que ese comportamiento de la demanda de pesos podría repetirse una vez que asuma A.F., porque esa remonetización de la economía permitiría expandir la cantidad de dinero (por motivos fiscales o por cancelación de Leliq o acumulando reservas) sin ningún temor a que esa emisión se traslade precios.

 

El gasto público

Como dijimos en el punto anterior, una de las pocas cosas que sabemos, inevitable, es que el BCRA deberá financiar al Tesoro al menos para cubrir el desequilibrio fiscal. “Al menos” porque está claro que, para el gobierno entrante, y para buena parte de la clase política argentina, patear todos los vencimientos de deuda para más adelante luce muy tentador. No solo porque reduce la magnitud de la emisión fiscal (y los riesgos de un fogonazo inflacionario), sino además porque aumenta los márgenes para poder aumentar el déficit fiscal (aumentar el gasto, porque de bajar impuestos nadie habla, más bien todo lo contrario).

En los años de A.F. en la Jefatura de Gabinete de N.K., el gasto público creció a una tasa promedio del orden de 25% anual para terminar creciendo hacia el final de la gestión de N.K. ¡a una tasa superior al 40% anual! Una tasa que no volvió a repetirse durante toda la gestión C.F.K. (rozó esos niveles a fines de 2014 pero en los meses siguientes se desaceleró) y, que si se ajusta por inflación, es la tasa más alta de expansión del gasto real de nuestra historia! Esos eran los tiempos de “billetera mata galán” y dan por tierra con esa repetida idea que en materia fiscal una cosa fue el gobierno de N.K. y otra el de C.F.K. El despilfarro fiscal arrancó con N.K. y A.F. como jefe de Gabinete. Si el presidente electo pretende volver a aquellos años y poner dinero en el bolsillo de la gente usando al gasto como instrumento para lograr tal objetivo, la diferencia fundamental es que ahora partimos de un nivel de gasto público que es el doble en términos del PBI (en torno al 35%) de lo que era cuando A.F. era jefe de Gabinete y ya no es tan fácil financiarlo. No hay margen para subir los impuestos, no hay por ahora (y por varios trimestres más) posibilidad de colocar deuda, y si se recurre a la emisión los riesgos de una hiperinflación pueden dejar de ser solo el llamado de atención de algunos economistas para transformarse en una desagradable realidad.

 

La dinámica de los precios de exportación

Un argumento que se escucha a menudo es que volver a repetir lo que pasó entre 2003-2007 no es más que una utopía, no ya porque no habría una remonetización como la que hubo en el arranque de esos años o porque no hay margen para aumentar el gasto público, sino además porque los precios de exportación de aquel período fueron excepcionales e irrepetibles. Si tomamos el precio de la soja vemos que eso no es tan así. La famosa “soja a 600 dólares la tonelada” no se dio durante el gobierno de N.K., sino durante el mandato de Cristina F. de Kirchner (C.F.K.). Esos niveles se dieron entre 2012 y 2014 (con altibajos), para luego caer por debajo de los 400 dólares promedio durante la Administración Macri (M.M.).

Recordemos que en noviembre de 2007, N.K. dispuso un incremento de las retenciones a las exportaciones de soja, ubicando la alícuota en el 35%. La resolución 125, que originó el conflicto con el campo en el primer semestre de 2018 (el gatillo de la retirada de A.F. de la Jefatura de Gabinete de C.F.K.), fue un intento de seguir aumentando dichas retenciones. Nótese que la imposición de esos niveles récord de tributación se dio en un contexto de precios crecientes, y que resultaban entre un 30% y un 50% superiores a los actuales.

Las dinámicas observadas durante el gobierno de N.K. y la gestión de A.F. como jefe de Gabinete no son repetibles. El extraordinario aumento del gasto público de aquellos años se financió con recursos provenientes de las retenciones agrícolas y del balance del BCRA. La remonetización de la economía permitió que ello se hiciera sin que la inflación se acelerase. Pero terminada la fase de remonetización, al continuar la expansión del gasto durante los dos gobiernos de C.F.K., la inflación hizo su aparición en escena. Intentar replicar aquella experiencia hoy, en un contexto de debilidad de la demanda de dinero y sin ninguna fuente de financiamiento de las necesidades fiscales que no sea el BCRA, nos llevaría, más temprano que tarde, a una peligrosa aceleración de la dinámica inflacionaria.

(*) Director de Perspectiv@s Económicas

 

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