Como mencionamos en un post anterior (ver la entrada Apuro en este mismo blog).  Una gran cantidad de argentinos enfrenta el presente y el futuro cercano como si estuviéramos a la vuelta de la esquina de un final de ciclo y de un cambio en la pirámide del poder político.  Sin embargo, y a priori hasta parecería una trivialidad hacerlo notar, faltan todavía 3 años!! para que la presidente Cristina Fernández entregue la banda y el bastón de mando a su sucesor.  No vamos inexorablemente a una crisis como la de 2001.  Pero la macroeconomía necesita ajustes y correcciones importantes que de no implementarse pro activamente sucederán de toda forma.  La clase política y la clase dirigente deberían propiciar mecanismos para que este gobierno los enfrente e intente resolverlos.

Lo recomendable sería que el gobierno enfrente e intente resolver esos problemas sin que tenga que lidiar con una crisis de gobernabilidad.   La cual no haría más que agravar los costos sociales que irremediablemente habrá que enfrentar a la hora de corregir los desequilibrios que las políticas actuales han producido (y seguirán produciendo y agravando de no mediar un cambio copernicano de las mismas en los próximos meses).

Cuando no hay gobernabilidad y la macro demanda ajustes, las cosas pasan.  Y cuando las cosas pasan porque tienen que o porque no hay otra o porque no había opción y no porque se desean los cambios no son sustentables.

El apuro genera ansiedad y la ansiedad susceptibilidad.  Hay grados de susceptibilidad e irritación preocupantes.   Un 25/30% de inflación es suficiente para gatillar una corrida contra el peso?  Depende, hasta ahora no lo fue; pero en buena medida no lo fue porque el poder político de la presidente resultó incuestionable.  Las crisis y grandes correcciones macro del pasado reciente tuvieron como protagonistas gobiernos débiles: Isabel en el 76, las juntas en el 82, Alfonsín en el 89, De la Rúa…  Los gobiernos fuertes no tienen crisis.  La macro no va ayudar al gobierno de CFK ni a CFK a esconder los problemas ni los defectos ni sus errores ni a recuperar los niveles de imagen y aprobación de  meses atrás.   Pero mientras la gobernabilidad o la falta de no sea tema de editoriales o de debate en los quinchos del fin de semana, la corrección macro que tenemos por delante seguirá perfeccionándose en cámara lenta.